Debido a que muchos tóxicos tienen largos períodos de latencia antes de que un efecto adverso se haga evidente, es pertinente la preocupación por limitar su exposición en etapas tempranas de la vida.
El recién nacido está en peores condiciones para defenderse de las sustancias peligrosas a las que pueda estar expuesto, dado que algunos de sus sistemas no están completamente desarrollados. A su vez, durante los primeros años de vida, el cerebro está en constante crecimiento y desarrollo, al igual que otros órganos y sistemas. Las alteraciones que ocurran en ese tiempo pueden tener consecuencias para toda la vida.
A medida que van creciendo, los niños pasan mucho tiempo en el exterior y suelen jugar en la tierra o en el piso, en donde se exponen a diversos químicos peligrosos como plaguicidas y elementos tales como mercurio, plomo, arsénico, entre otros. Además, los niños pequeños se llevan con frecuencia las manos y otros objetos a la boca, lo que aumenta la probabilidad de ingestión de contaminantes.
También es importante saber que, comparados con los adultos, los niños respiran más rápido y comen y beben más en relación con su peso corporal, por lo que están más expuestos a los químicos presentes en el aire, los alimentos y el agua.
A continuación, algunos consejos para reducir la exposición de bebés y niños pequeños a contaminantes ambientales y otros compuestos peligrosos que dañan la salud y están presentes en los productos que consumimos:
Acciones para el control de los mosquitos
El mosquito Aedes aegypti es transmisor de enfermedades como el dengue, la fiebre chikunguña y el zika. Para controlarlo, adoptá medidas de prevención en el hogar, principalmente la eliminación de los reservorios de agua estancada que propician el desarrollo de las larvas del mosquito.
A continuación, algunos consejos para evitar la proliferación del mosquito:
- Cambiá el agua de floreros y bebederos de animales diariamente. Limpialos frotando las paredes.
- Evitá tener plantas de agua en las viviendas.
- Cepillá y lavá las cámaras de los desagües con frecuencia.
- Eliminá todo tipo de basura o recipientes inservibles, como latas, llantas y demás objetos que puedan almacenar agua.
- Colocá boca abajo baldes, palanganas, bidones y cualquier otro objeto cuando hayas finalizado su uso.
- Eliminá todos los días el agua del secaplatos y cepillalo semanalmente.
- Instalá mosquiteros en puertas y ventanas para prevenir el ingreso de mosquitos e insectos.
- Si tenés un bebé, mantené cubiertos la cuna y el cochecito con un tul mosquitero. Asegurate de que esté bien sujeto y comprobá que no hayan quedado mosquitos atrapados.
- Si tenés hijos pequeños, usá mosquiteros de cama y poné los bordes de la red debajo de la cama para que no haya hendijas.
- Vestí a tu hijo/a con tejidos ligeros y ropa de algodón holgada de colores claros, que cubra brazos y piernas y permita el paso del aire.
- Algunas esencias como citronela, eucaliptus, lavanda podrían ayudar a repeler los mosquitos, aunque no hay evidencia suficiente que pruebe su eficiencia.
- El aire del ventilador puede mantener alejados a los mosquitos.
- Consultá con tu pediatra para saber qué tipo de repelente podés utilizar.
Lo que no se debe hacer:
- Nunca apliques repelente a niños menores de 2 meses.
- La Academia de Pediatría de Estados Unidos recomienda que los repelentes que se usan en niños no deben contener más de un 30% de DEET (N,N-dietil-meta-toluamida ).
- No apliques repelentes debajo de la ropa.
- Nunca rocíes el repelente directamente sobre la cara de tu hijo. Rocía un poco en tus manos y luego aplicalo en la cara de tu hijo. Evitá el contacto con los ojos y la boca.
- No rocíes repelente de insectos en cortaduras, heridas o en la piel irritada.
- No uses productos que combinen DEET con protector solar. El DEET puede hacer que el factor de protección solar sea menos efectivo y, en consecuencia, que le apliques demasiado DEET al niño al tener que reiterar la aplicación del repelente luego de volver a aplicar protector solar.